Se supone que, por iniciativa de dirigentes del PAN y del PRD, si se lleva a cabo una alianza electoral entre esos partidos para la gubernatura del estado de México se definiría mediante lo que llaman una consulta”.
Antonio Gershenson
La Jornada
Domingo 13 de marzo de 2011
Ahora se anunciaron algunas reglas que van a regir esa supuesta consulta. Hay varias que rompen con lo que se anuncia.
El derecho a votar en la consulta es de todo ciudadano mexiquense con credencial de elector. Estos incluyen, obviamente, a los miembros y simpatizantes del PRI. ¿Acaso éstos deben tener un peso importante –tienen al gobernador actual y los anteriores– en una decisión que involucra sólo al PAN y al PRD? Ya se habla de “acarreo” del PRD. ¿Y qué tal el “acarreo” del PRI?
No se puede presuponer que el PRI esté en realidad en contra de esa alianza. Si ésta se produce, lo que ya han dicho priístas, acerca de que se unen sin principios, pues son opuestos los de ambos partidos, cobraría fuerza.
La encuestas han mostrado el deterioro del gobierno federal. ¿Acaso eso no afecta la votación de una supuesta alianza que incluye al partido en el gobierno?
La posición del PAN la deciden sus dirigentes y ante todo el gobierno. La del PRD, ¿no deberían decidirla sus integrantes? ¿Debe contar para ellos más el voto de panistas y priístas, que sumados los rebasan?
Los dirigentes del PAN y el PRD en el estado de México anunciaron el evento y un consejo ciudadano, del cual varios miembros pusieron el acento en las formalidades de la votación. La consulta está convocada para el domingo 27 de marzo.
La principal deformación, como vimos, es que puedan votar los que hasta el momento han sido mayoría, los priístas. Sumando a los panistas, los votantes por el PRD ya son mínimos, sobre todo porque muchos no están de acuerdo con esto y no “votarían”. En general, se minimiza a quienes deberían decidir la posible participación de su partido, especialmente en el caso del PRD.
Eso, en cuanto a lo mencionado, en cuanto a las formas. Para un partido de izquierda, lo primero debería ser la lealtad a sus principios. Y eso rompe con la alianza con el partido gobernante, no sólo autor del fraude electoral, sino privatizador de empresas estratégicas, enemigo del sindicalismo democrático, empobrecedor de los pobres, favorecedor de una pequeña minoría de multimillonarios y así sucesivamente.
Recordamos sólo algunos de los más recientes hechos del gobierno federal, para mostrar que esta política sigue en vigor.
La empresa extranjera Sempra ha violado leyes y reglas. Ocupó, con la complicidad de las autoridades, zonas legalmente turísticas para instalar una planta de gas licuado como parte de un sistema.
Parte de la electricidad que genera la vende a empresas mexicanas. Viola las reglas para la seguridad de los vecinos. Éstos no sólo están inconformes con Sempra por los daños que causa, sino porque antes, en California, le negaron ese permiso. ¿Por qué aquí no?, ¿qué reglas de allá no cumple? Pero ahora, el presidente municipal de Ensenada clausuró instalaciones ilegales.
¿Qué hizo el gobierno federal? No se tomó la molestia de proceder legalmente. Simplemente envió al Ejército a desalojar a las autoridades municipales y dejó todas las instalaciones en manos de Sempra, bajo escolta militar.
En un paso más entre muchos, las autoridades federales abren un proceso de entrega de tres de los llamados campos petroleros maduros a empresas trasnacionales. Ya hemos visto pasos en este sentido en Chicontepec y ahora se quiere ir más allá. Los términos de los contratos son cada vez más parecidos a los contratos riesgo que se otorgaban en tiempos de Miguel Alemán.
Otra “genialidad” del director de Petróleos Mexicanos, que leemos en estas páginas: dijo en Houston que la paraestatal va a comprar una refinería en Estados Unidos, con capacidad de 50 mil barriles diarios (la sexta parte de la oficialmente anunciada para construirse en México, que no se hizo). Todo lo que sea negocio, por absurdo que sea, le suena bien. Ya el asunto de meter a Pemex en la refinería de Deer Park, en Texas, fue suficiente desastre. ¿Y dónde quedarán los años de discursos sobre la “nueva refinería” en México? Sale más barato echar a andar a plena capacidad las refinerías nacionales existentes… si son capaces de hacerlo.
Se han mantenido los aumentos salariales en no más de alrededor de cuatro por ciento, mientras los precios de bienes y servicios básicos suben de manera salvaje.
Se han entregado a trasnacionales enormes extensiones para su explotación minera, sobre todo de oro y también de plata, arrasando tierras habitadas o de cultivo o, en general, de uso de los pobladores del lugar.
Es con este gobierno y su partido con el que se pretende que la izquierda se alíe. Si esto se hace, el desprestigio de la misma no sólo sería en el nivel del estado de México, sino para las elecciones federales de 2012.
Para quienes creen que ahora se puede tener la alianza con el PAN y en 2012 con un candidato sólo de izquierda, les recordamos que la gente tiene memoria. Al que apoyó a este gobierno de derecha no le van a creer que es de izquierda.
antonio.gershenson@gmail.com
http://www.jornada.unam.mx/2011/03/13/index.php?section=politica&article=019a2pol
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