Esposas y familiares exigen que se reconozca su inocencia
Esposas, hijas y hermanas de los trabajadores integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), detenidos el pasado 11 de abril, piden que se reconozca la inocencia de sus familiares y queden en libertad: “no son delincuentes, son personas que protestaban para exigir la restitución de sus empleos”, mencionan.
A dos meses de que sus esposos, padres y hermanos están presos en el Reclusorio Oriente, estas mujeres aseguran que así como apoyaron la decisión de los electricistas de no liquidarse, “ahora, haremos lo que esté en nuestras manos para que salgan de ese encierro injusto”, dijo a Cimacnoticias Josefina Govea, cónyuge de Marco Antonio Cortés, detenido el pasado 11 de abril.
“Aparte de su libertad, queremos que sus nombres queden limpios, que se reconozca su inocencia; no hay sustento jurídico para que estén presos”, agregó.
Entrevistado al respecto, Martín Esparza, secretario general del SME, señaló que los once electricistas detenidos “fueron procesados por el fuero común (capitalino y federal) acusados de motín, delito no grave, por lo que no pueden ser juzgados dos veces por el mismo delito”. “Sabemos que se trata de un tema político, no hay razón para que sigan detenidos”, sostuvo Esparza.
“En el proceso ha habido muchas irregularidades con el ministerio público federal, que intervienen actuando por consigna en contra de los trabajadores que sólo pedimos que nos regresen el trabajo”, añadió el dirigente sindical.
DETENSIÓN
“A mi esposo le faltaban seis meses para jubilarse, llevaba 26 años trabajando, desde que Calderón desapareció (en octubre de 2009) Luz y Fuerza del Centro (LyFC). Comenzó a trabajar de taxista”, ese empleo le permitía tener un ingreso y participar en las movilizaciones que convocara el SME, como el pasado 11 de abril.
“Ese día salió temprano, yo sabía que iba a una actividad del sindicato, estaba tranquila a pesar de que supe que la manifestación había terminando en caos. Hasta que me llamó la esposa de su representante y me dijo que Marco era uno de los detenidos, según ella salían esa misma noche, pero no fue así”, relató Josefina.
Al día siguiente, le avisaron que los trasladarían al Reclusorio Oriente. “Lo ví cinco minutos, sólo le pregunté si estaba bien, él era de los menos golpeados”, recordó.
“No sabemos a que autoridad culpar de tanta violencia innecesaria. Un comandante dio la orden de atacar, lanzaron el gas lacrimógeno, los cercaron y golpearon brutalmente”, menciona.
Las acusaciones son “absurdas” afirma. Uno de los detenidos es “Blas”, un jubilado de 72 años de edad, enfermo de parkinson, a quien los reportes policíacos consideran “el más violento”. Según un trabajador de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que estaba sentado en una camioneta pick up, “Blas” le dio una patada en el pecho, “para el señor eso es físicamente imposible”.
“ENCIERRO INJUSTO”
Ahora, los once electricistas habitan en el dormitorio número 2 del Reclusorio Oriente, “están en el lugar que deberían ocupar los criminales y no los trabajadores que pelean porque les devuelvan su empleo, es injusta la forma en la que nos están tratando”, lamentó Josefina Govea.
En entrevista telefónica con Cimacnoticias, desde el reclusorio Oriente, el electricista Marco Antonio Cortés señaló que pese a estar “sufriendo un encierro injusto”, están “bien”; anímicamente dijo, “seguimos firmes, fuertes, conscientes de que nuestra reclusión se debe a la criminalización de una lucha social”, expresó.
“No sólo detuvieron a mi esposo, también a mi familia, desde que está preso, pasamos en ese lugar cuatro días de cada semana, no tenemos paz. Tratamos de poner la mejor cara posible, porque lo poco que hablas es para animarlos, no podemos llevarles malas noticias y ellos no pueden decir lo mal que lo pasan, pareciera que todo está bien, pero no es así”, dijo a Cimacnoticias Guadalupe Espinoza, esposa del electricista Roberto Rivas.
En este tiempo, cada martes, jueves, sábado y domingo “nos hemos enfocado a estar con ellos para que no decaigan, les llevamos comida, convivimos de forma positiva para que tengamos ánimo y podamos vernos como si estuvieran afuera”.
Roberto Rivas era tomador de lectura en LyFC, la primera injusticia que sufrió fue quedarse sin empleo por decreto presidencial y “ahora privarlo arbitrariamente de su libertad”. “Es muy difícil hablar de su detención, no nos esperábamos algo así, porque su lucha es pacifica”, menciona Guadalupe Espinoza.
“FAMILIA DE LUCHA, DE TRAGEDIA”
Para Silvia Rosales, esposa del trabajador preso Hugo Medina, lo más importante es aclarar que su marido no es un delincuente, es un hombre que después de perder su empleo, “llenó costales de botana y salió a vender, para no dejarnos sin comer y apoyar el movimiento electricista”.
Hugo Medina laboraba en la termoeléctrica desde hace cinco años y percibía un salario de 179 pesos diarios, “es un trabajador, no entiendo que hoy los traten de delincuentes, esto es una agonía, una pesadilla, es totalmente incomprensible”, expresó Silvia.
“Mi marido me abraza y desfallece, llora, se deprime”, “las once familias estamos juntas en esto, no nos va a volver a sorprender con lo malo, porque luchamos por algo justo, lo único que esperamos es justicia”, indicó.
Olivia Rodríguez, hermana del trabajador detenido, Gabriel Rodríguez, señaló que la detención de su familiar y de los 10 electricistas más se debe a que “el gobierno ya no encuentra la forma de deshacerse del SME”, “para ellos es más fácil encarcelarlos que devolverles sus empleos”.
En tanto, la también esposa de un empleado de la extinta LyFC además de hacer tortillas, tlacoyos, gorditas de nata y pan, para tener un ingreso, visita a su hermano, “es triste, deprimente, pero tenemos que salir adelante”, asegura.
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