domingo, 3 de julio de 2011

Fuerzas Armadas y el fantasma de Pinochet

Siguiendo con la metáfora de Marx, se puede decir que varios fantasmas recorren el mundo: fantasmas de liberación política en el mundo árabe; fantasmas de nuevas crisis en los capitalismos salvajes engarzados al neoliberalismo económico en Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia; fantasmas de protestas obreras, a la espera de un detonador común (“¡trabajadores del mundo, uníos!”); fantasmas de protestas sociales por vía de la democracia directa; fantasmas de golpismo militar a la sombra del pinochetismo; fantasmas que pueden materializarse con levantamientos populares (el demos contra el kratos). Y desesperación de las élites políticas y económicas con la opción del estado de excepción, el estado militar y el estado neofascista, para someter a las sociedades que buscan ser pueblo, para rebelarse.

Para comprender el fantasma de las Fuerzas Armadas, que asoman la cabeza y por las calles sustituyen a la policía, nada como los ocho capítulos del libro Fuerzas armadas y estado de excepción en América Latina, del investigador Mario Esteban Carranza, que explica y explora los fantasmas “del golpismo, la crisis política y el estado de excepción” que rondan nuestras elementales instituciones de la democracia representativa, desde 1964 (el golpe militar en Brasil) hasta 1973, con el golpismo neofascista de Pinochet. Uno de esos fantasmas en la geopolítica mexicana fue Victoriano Huerta (1913-1914), y hoy recorre la nación en el contexto-pretexto de combatir a las delincuencias que interrumpen la vigencia constitucional y tienen en jaque-mate a todos los gobernantes.

El análisis del autor parece gestado desde la actual crisis política mexicana y es de necesaria lectura, dado que los militares son el “aparato represivo del Estado-partido, son el epicentro del poder en un proceso de su politización”. Y están “destinados” a salvar al capitalismo que está en manos de gobernantes fallidos y que, simulando mantener el orden constitucional, recurren al estado de sitio y ocupaciones militares. El texto nos advierte cómo en otros países las Fuerzas Armadas pasaron de los cuarteles a ejercicios policiacos represivos y se adueñaron de los poderes del Estado, a lo que debemos oponernos.

Con ejemplos detallados de los golpes militares en Argentina (1966); Brasil (1964); Perú (1968); Bolivia, y Guatemala, entra el autor de lleno al pinochetismo de 1973. Con ellos rastrea los orígenes de los estados de excepción, desde que los gobernantes con ganas de permanecer en el poder o desesperados porque sus partidos e intereses van rumbo a la derrota en las urnas, deciden dar el golpe y/o permiten que los militares, sobre todo cuando están ya en las calles, asuman cargos fundamentales. Ésta es oportuna lectura para “mirar” a los fantasmas que rondan las instituciones ahora que las delincuencias retan a un Estado que en manos políticas incapaces, los materializan.


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