En el patio de los “Pasos perdidos” en el interior del edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, existen cuatro murales de José Clemente Orozco, cuyo de estos pocos se conoce.
Uno de ellos titulado Riquezas nacionales, refleja la mexicanidad, muy al estilo del hijo ilustre de Zapotlán el Grande, que plasmaba en la años posteriores a la revolución, con el grabado de la silueta de un jaguar, algunos iconos de los pueblos originarios de México, así como sus recursos naturales, entre ellos el petróleo representado por un oleoducto, de inmediato nos habla de la figura de Lázaro Cárdenas del Río, pues fue en su presidencia, cuando se construye este gran edificio en 1941, ubicado a una cuadra de Palacio Nacional, en la capital del país.
La lucha del SME en el zócalo de la Ciudad de MéxicoOtro de los frescos, el más polémicos, el de La justicia, está dividido en dos paredes, ambas paralelas entre si, donde José Clemente Orozco hace una fuerte crítica a la impartición de justicia en el país. Al colocar a la Temis –figura emblemática de la justicia representada por una mujer que sostiene una báscula (de acuerdo con la mitología griega)-, que parece estar poseída por alguna sustancia. Aparece sin el pañuelo en los ojos, despeinada, con largas ojeras, ojos rojos, golpeada, rodeada de botellas de vino, enormes libros, y abogados ebrios, rapaces y jueces que la miran con gran lujuria, que logran seducirla.
En el otro muro, se observa una enorme antorcha humana, irrumpiendo entre jueces y abogados oscuros, castigando algunos hombres, entre ellos se puede apreciar a Diego Rivera, que es atravesado por las llamaradas de esta antorcha en forma de rayo, que por su presencia pone a correr a todos los jueces y seres malévolos entre edificios en ruinas, cielo tenso y nublado. En las orillas, como marco de nueva cuenta, los libros despedazados que simbolizan las leyes.
Orozco debió haber pintado en 300 metros cuadrados distribuidos en los muros y techos de este inmueble, pero debido a este segundo mural los ministros de aquel entonces decidieron rescindirle el contrato pues había incumplido en una de las principales clausulas, el no hacer ninguna crítica social a ninguno de los poderes de la unión, ni mucho menos a la impartición de justicia en el país. Por lo que el poder judicial no le pago ni un peso por esta obra, pero José Clemente, se salió con la suya, pues pese al disgusto generalizado por los miembros de la corte, decidieron preservarlos, ya que el borrarlos sería visto como un acto de censura por los máximos “jerarcas” de la justicia nacional, sumado a ello Orozco ya era considerado uno de los máximos muralistas universales.
Pero es en este mismo espacio, donde se ubica el tercer mural La luchas proletarias, muy cercano al ingreso de a la primera sala de la Suprema Corte, pareciera que Clemente Orozco lo hubiera pintado apenas hace unos días, pues visto en la actualidad, desde el centro del patio de los “Pasos perdidos”, se observa como obreros y trabajadores de la urbe, desean atravesar una puerta, que no es más que de la misma corte, pero se ven bloqueados en su paso por jueces corruptos y abogados que burlan la ley, decenas o tal vez miles de estos trabajadores, exigen justicia a sus derechos laborales.
En la actualidad, si uno visita este espacio, verá en realidad la imagen de trabajadores del SME protesta a fuera de la puerta principal de la SCJN, deseando entrar, casi en similitud con este mural, como si Clemente Orozco hubiera sabido que tarde o temprano esto ocurriría.
En este espacio, existen dos murales, que muy pocos conocen, que refleja el la legítima lucha de un sindicato que pese a ser satanizados por la televisión, y tener todo el estado mexicano en su contra, pelea con lo que puede, para exigir empleo.
Lo que muy pocos, saben, es que cuando el SME protesta a fuera de este edificio, hay automovilistas que se unen a su protesta con el claxon; jóvenes estudiantes que vienen de visita al inmueble, que bailan y aplauden su música de protesta; familias enteras, que dejan su zapatos viejos en el Zócalo, en señal de apoyo; que reciben del boteo, hasta billetes de 200 pesos.
Lo que muy pocos saben, es que mismos empleados de la corte, como es el caso de Luis, ven legitima su lucha y su causa de la recuperación de su empleo de estos trabajadores; lo que casi nadie sabes es que el SME antes del cierre de Luz y Fuerza del Centro, tenía armada su red de fibra óptica en el Valle de México, para dar el servicio de internet y con ello sacar de la enorme deuda que arrastraba la empresa, producto de los malos manejos de su administrador, que lo decide el poder ejecutivo, no el sindicato, acción que representaba una gran amenaza para los grandes consorcios de telecomunicaciones.
Lo que no saben, ni Joaquín López-Doriga, ni Javier A la Torre, ni Carlos Marín, ni Ciro Gómez Leyva, ni Héctor Aguilar Camín y todos los demás telectuales al servicio del estado, que han criticado rapaz y sin derecho de réplica al SME, es que en el máximo recinto de justicia en el país, existen unos murales de Orozco pintados hace 70 años que avalan y apoyan la lucha de este sindicato.
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