La administración entra a su último año con baja popularidad, miles de muertos en la lucha contra el crimen y con secuelas de una grave crisis económica .
Al iniciar el último año de su sexenio Felipe Calderón es el presidente peor evaluado de las últimas dos décadas. Ni Carlos Salinas, Ernesto Zedillo o Vicente Fox tuvieron tan bajo nivel de aprobación. Calderón es el peor de los cuatro en su quinto año de acuerdo con la encuestadora Consulta Mitofsky.
Tanto las personas que dicen “vamos bien” o “vamos mal” responsabilizan al Presidente por el estado del país y seis de cada 10 piensan que vamos en un rumbo equivocado.
Esta administración llega al último trimestre de su quinto año de gobierno “cerrando fuerte” pero ni así alcanza a recuperar todo un sexenio de malas percepciones asegura Roy Campos, presidente de Consulta Mitofsky.
Los sondeos muestran que los sucesos del país influyen directamente a la popularidad del presidente. Mientras que la epidemia de influenza de 2009 significó un repunte para calderón, el hallazgo de fosas clandestinas en Tamaulipas le significó un descenso. “La influenza fue un gran momento de Calderón, generó la sensación de tener un líder”; cuando ocurrió lo de Tamaulipas la caída se debió a que la gente percibió una falta de reacción y de explicación respecto a lo sucedido.
La crisis económica de 2009, a pesar de los esfuerzos hechos por el presidente y su gabinete también impactó en la manera en que se evalúa su desempeño. Pese a que el mensaje de la administración insistía en que la crisis vino de fuera la popularidad presidencial resintió el mal desempeño de la economía, sin importar cuál fue el origen.
“Cuando al mexicano le hablas de crisis no hay manera en la que lo convenzas de que las autoridades lo protegieron. Si pierde el empleo, es que no lo cuidaron; si hay devaluación, o inflación, es que el gobierno hizo algo mal, no hay forma de convencerlo de que la crisis es griega o italiana”.
Paradójicamente, la columna vertebral del ejercicio de gobierno, la lucha contra el crimen, que en un primer momento le acarreó simpatías, hoy es un pesado fardo. “Con respecto a otros, éste es el peor momento para la inseguridad —Consulta Mitofsky hace estas mediciones desde 1988—, y sólo en éste gobierno la preocupación por la inseguridad ha superado a la de la economía”.
A pesar de que ha habido numerosos cambios en el gabinete de Felipe Calderón durante estos cinco años de gobierno “el cambio de gabinete a la gente le tiene muy sin cuidado”, asegura Campos. La excepción a la regla es cuando un miembro del gabinete muere por accidente: “aquí entra la parte emotiva, no porque lo hayas conocido, sino porque hubo una muerte y deja al presidente abatido”.
En este último trimestre Calderón registró un repunte en su popularidad, probablemente por la muerte del secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora.
Gabinete, cuotas y cuates
Calderón no ha hecho más movimientos que otros presidentes. Manuel Bartlett se ufana de ser el último secretario de Gobernación que recorrió la distancia completa de un sexenio (1982-1988). Pero ante los numerosos cambios en su equipo queda la sensación de que sólo llegan a altas posiciones amigos suyos o integrantes de su partido, más allá de sus calificaciones.
Ante la percepción de que los cambios en el gabinete pueden afectar a la continuidad y a la eficacia de los programas, Carlos Elizondo, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), indica que la afectación depende de la secretaría que se trate.
“En algunas áreas, como Gobernación, una secretaría con enormes complejidades, perdió su objetivo real de la transición democrática. En el caso de la Secretaría de Hacienda, la cual tiene mucho mayor solvencia institucional, no podría decir que hemos tenido un costo alto por eso”.
La mayor afectación podría registrarse por los numerosos cambios en la Procuraduría General de la república “donde hemos tenido innumerables titulares y hemos pagado un costo por la falta de continuidad y de una estrategia duradera en uno de los temas torales como es el de seguridad y la lucha contra el crimen organizado. Hay mucha evidencia de que la no continuidad de los programas ha tenido un costo”.
Para Sergio Aguayo, investigador del Colegio de México, Calderón tiene una obsesión por nombrar a sus amigos y los cambios se han debido en parte por la ineficacia y en parte por las tragedias. Para él este “es un sexenio gris en términos de la capacidad técnica y política de la mayor parte del gabinete” lo cual afecta en la eficacia y la continuidad de los programas.
Se ha dicho que el presidente se rodea sólo de sus allegados, no necesariamente por la gente más adecuada para cada puesto. Elizondo coincide en que Calderón ha integrado un equipo de leales por es alguien muy “desconfiado de los que no son tan cercanos”, lo cual lo ha llevado a nombrar a gente que ya conoce y con la que ya ha trabajado, pero no necesariamente a la de trayectoria más amplia.
Esto lo diferencia de otros gabinetes presidenciales, como el de Salinas, en el que igualmente fueron nombrados personajes de su “círculo íntimo” pero en el que había gente con una “trayectoria de mucho mayor alcance y preparación más sólida”.
Javier Aparicio, investigador del CIDE, coincide con esta visión. “Es un asunto de lealtad, no es que la gente que está con él no está preparada sino lo que preocupa del manejo del gabinete es la sensación de que no confía en la gente que está con él”.
En este sentido, Ernesto Cordero, el ahora ex secretario de Hacienda y el precandidato que se supone es respaldado por Los Pinos, es un ejemplo. “La biografía de Cordero nos dice mucho de eso, primero empieza como subsecretario de Egresos, luego se va a Sedesol, luego regresa a secretario de Hacienda y luego va a jugar a ser candidato. ¿Cordero es bueno para todo? No es posible que sea bueno para Sedesol y para Hacienda o, si es bueno para subsecretario, ¿es bueno para candidato presidencial? Nadie puede ser tan bueno y eso ha pasado con otras personas, como Poiré”.
De las 19 secretarías de Estado, sólo ocho continúan con sus titulares originales y ya se habla de más movimientos de cara a las elecciones de 2012, como el de los secretarios del Trabajo, Javier Lozano; Función Pública, Salvador Vega Casillas y Medio Ambiente, Rafael Elvira Quesada.
Sangre, sudor y lágrimas
Durante el sexenio actual México y el mundo sufrieron el embate de la peor crisis económica desde el crack de 1929 y sus consecuencias fueron desastrosas para el país ya que la economía se contrajo en 6.5%. Comparado con las últimas tres administraciones el crecimiento económico durante el periodo 2007-2010 es el más bajo, de acuerdo con el estudio Evolución Económica Reciente y Expectativas 2011-2021 realizado por la Secretaría de Economía.
Mientras que en el mandato de Vicente Fox el Producto Interno Bruto (PIB) creció en promedio 1.1% durante el periodo 2001-2004, entre 2007 y 2010 lo hizo sólo 0.9%. En el periodo 1995-1998, gobernado por Ernesto Zedillo (PRI), el crecimiento de la economía fue de 2.9%. Al hacer la relación con los primeros años de Carlos Salinas de Gortari (1989-1992), el PIB creció más de 4.3%.
El empleo es la promesa sin cumplir de la administración calderonista. La tasa porcentual de desempleo abierto para diciembre de 2011 era de 3.47%, mientras que a octubre de 2011 es de 5.6% de acuerdo con cifras del INEGI.
En septiembre de 2010, se anunció la “cifra histórica” de 677 mil 373 nuevos empleos creados, pero según cifras del INEGI, al último trimestre de 2011, 534 mil personas se sumaron a la informalidad y 214 mil a la subocupación.
Durante el segundo sexenio panista, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) 12 millones se sumaron a las filas de la pobreza. Mientras la promesa en campaña, además de empleo, fue de “igualdad de oportunidades”.
Además de los indicadores económicos, otro aspecto a evaluar en este sexenio es la guerra contra el narcotráfico y el combate a la inseguridad que arrancó con el principio de su mandato con el envío de cinco mil efectivos militares a su estado natal, Michoacán.
Durante esta cruzada han muerto entre 40 y 50 mil personas según la organización que haga el conteo y se numerosos civiles inocentes han fallecido en enfrentamientos entre militares y criminales. La organización de derechos humanos Human Right Watch dijo en su más reciente informe que la estrategia de Calderón ha llevado a la participación de fuerzas de seguridad en torturas, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales, así como en violaciones a los derechos humanos contra civiles.
Este gobierno no se ha caracterizado por aumentar los niveles de transparencia y combate a la corrupción, lo que es uno de sus principales errores, asegura José Merino, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Nueva York. “Eso ha causado que esta batalla siga siendo, cinco años después, una batalla de él solo, de la que no conocemos muchos detalles”.
En una de sus investigaciones Merino demuestra que “la espiral violenta creció desmesuradamente en los estados en donde el gobierno federal realizó operativos conjuntos”.
De acuerdo con Elizondo, ex embajador de México ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico, el número de homicidios relacionados con el crimen organizado hace que Felipe Calderón cargue una responsabilidad importante desde el punto de vista político. “Hace un año exactamente, el gobierno estaba bastante confiado en que los números de asesinatos iban a caer a lo largo de este año, y vemos que no sucedió, tenemos datos duros y malos en esta materia”.
De acuerdo con Roy Campos, el último año de gobierno de la segunda administración panista después de 71 de gobiernos priistas será difícil debido a que en el primer semestre los tiempos electorales no le permitirán al presidente defenderse de los posibles ataques de los candidatos que contenderán. En el segundo semestre, “si la elección resulta bien, aceptada y la transición es buena, seguramente él va a terminar muy alto, pero su primer semestre va a ser muy complicado”.
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